lunes, 18 de abril de 2011

SUN-SHINE

Siempre le gustaron las puestas de sol, por algún extraño motivo, las amaba.

Sobre todo las de otoño...Recordaba como hace un año disfrutaba el funeral, una carrera a muerte en matices rojizos, disfrutaba como en cámara lenta, las hojas fallecían. Una vez mas.

Siempre los otoños le traían bonitos recuerdos, eran el bonito fallecimiento de la vida, una bonita oportunidad para morir, y volver a revivir, al tocar el suelo. 

Ahí estaba, como hace un año, en el mismo lugar donde la había visto (por primera vez) de una manera distinta, sobre un pasto verde intenso, y el sol, ese sol hermoso de las 18:30. 
Estaba frente a sus ojos otra vez, re descubriéndose, matando el amor que le tenía, y hacer crecer uno nuevo tocando el pasto. Sintió como sus dedos se hundían en la tierra, se convertían en raíces. Por sus codos empezaban a nacer hormigas, sus brazos comenzaban a envejecer y a arrugarse, sus ojos se elevaron y miraron al cielo, aquellos ojos que eran su cielo, pero que esta ves estaban distintos. 
Estaban humedecidos, como emocionados, porque ella también tenía sus manos en el suelo, también era un árbol, bello por el sol, pero secándose otra vez por el efecto del otoño. 

Se miraron por unos minutos, luego de que ella lloró, él la rodeó con sus brazos, y presionó su pecho contra su cara, para hacerla sentir protegida, que no estaba sola; la abrazó con fuerza una vez mas.

Se tomaron de las manos y se besaron, ya que en ese momento decidían renovar su amor, decidían morir y empezar de nuevo, decidían seguir queriéndose.

Y en muchas partes, mientras esto pasaba, el sol se ponía, y teñía de tonos rojizos todo lo que podía tocar, lo hacía ese sol hermoso de las 18:30.