martes, 6 de septiembre de 2011

Felipe se levantó de la misma manera que cada mañana.
Miro el techo y se quedo contemplando por unos minutos el papelito que estaba allí pegado, decía: Do it for yourself. 5 minutos como máximo (y como siempre).

Se levantó, se dirigió a la escalofriante ducha, que alguna vez disfrutó con alguien. 
Al salir, se ató sus favoritos zapatos café, de la misma manera que el día anterior.
Se puso su camisa blanca, sus pantalones de tela delgados y oscuros, una chaqueta sobria (que hacia juego con los zapatos), una peinada y ya estaba listo.

Salía otra vez a hacer la misma rutina del día anterior. Pero hoy quiso hacer algo distinto.

Al salir de su casa caminó hacia la izquierda, no hacia la derecha. Tomó otro camino derecho a su trabajo.

Algo estaba mal, al caminar 2 cuadras, olvidó su almuerzo, y el que le daba todos los días a la señora Sandra, una indigente de 85 años, que siempre estaba en la esquina de Alameda con Diagonal Paraguay.
Se devolvió, y decidió mejor ir por el camino de todos los días. 
Salió al paradero y tomó la J09 en el Tranque. 35 minutos mas tarde se bajó en el metro Neptuno, le dio unas monedas a un minusvalido que estaba en la esquina del metro. Pago con dolor los 690 pesos, y se subió al medio de transporte subterráneo. Se fue sentado, y luego le dio el asiento a una señora embarazada. Se fue de pié, y en un repentino freno, una señora de edad cayó al suelo en la estación Ecuador. Andaba sin acompañante y Felipe no lo pensó dos veces, y la acompañó. Estuvieron sentados en la estación, contemplando los dibujos en las paredes. Conversaron de los nietos de la señora (que se llamaba María), de sus hijos, de lo caballero que era Felipe, y de tantas tantas cosas más. 

Cuando se dio cuenta, era tarde, y la dejó sentada ahi. Tomo el siguiente metro. Se bajó en la estación Católica, y se dirigió en dirección al oeste, hasta que se encontró con la señora Sandra. 
Estaba tapada con una frazada hasta la cabeza (eran como las 8:30 de la mañana). Felipe sacó un termo, y se lo acercó. Le hablo de manera calmada, pero Sandra no reaccionó. 

Recordó una vez en que almorzaron juntos. Donde Felipe le contó de que su polola, Fernanda, había terminado con él, le contaba de lo que se esforzaba por recuperarla, le contaba de que trabajaba duro todos los días para comprarle un anillo y así volvieran a estar juntos, a lo que ella le decía que lo superara, que ella no lo valía para él. Fernanda lo había engañado, no una ni dos veces, muchas más. La señora Sandra le decía -Mijito, no sea weón. No vale la pena andar llorando por una putita que le muestra el poto a cualquiera!, No vale la pena seguir peleando por ella, ella no lo vale, haga las cosas por uste' mijo, preocupese de estar bien uste' mejor- Felipe lloraba porque era verdad, ahora estaba destrozado, y no le encontraba sentido a su vida. La señora Sandra compró un papelito blanco, y le escribió: Do it for yourself (Ella no sabia ingles, pero era LA frase que sabia escribir y pronunciar bien, ya que un novio británico le enseño eso). Felipe tomó el papel y lo pego en su pieza, y desde ese momento comenzo a valorarse...desde ese momento, volvió a nacer. 

La señora Sandra parecía no reaccionar. Felipe le quitó la manta, y se horrorizó al ver su cara desfigurada, su cuello cortado, y sus brazos sosteniendo su cabeza. Notó que el tarrito con el que usualmente pedia monedas estaba vacío, y que su habitual armónica estaba rota.

La habían matado, y por unas monedas.

Felipe se levantó y con los ojos paralizados contemplo como la ambulancia llegaba y se la llevaba. Ahí fue cuando pronuncio: Adios Sandra.

Pálido, Felipe se dirigió hacia la salida del metro Los domínicos, donde se encontraba su amigo, quien le pasó una caja de cuchuflis para vender. 

Y así se paso el día, vendiendo cuchuflis, angustiado y triste por la señora Sandra.

Cuando volvía a su casa, compro unos panes de mas, y un poco de pellet para perros. (Habia un cocker suelto cerca de su casa y queria darle un poco de alimento. )
Se volvió por el camino habitual y encontró a un abuelito pidiendo unas monedas para poder ir a dormir. Felipe le dió unas monedas y unos panes para que pudiera comer. El abuelito le dijo: Te ganaste un lugar en el cielo, a lo que Felipe dijo: Se necesita mucho mas para eso.

Cruzó la calle corriendo, ya que el semáforo en verde estaba parpadeando. 
Los siguientes 5 segundos corrieron como en cámara lenta.
Felipe corriendo.
Un auto acelerando.
Felipe viendo el auto.
El chofer escuchando musica y mirando unas prostitutas en la otra esquina.
Felipe se le caen los panes y el pellet mientras corre.
Felipe distrayendose.
El auto acercandose.
Felipe tropezando.
El auto atropellando a Felipe
Felipe saliendo disparado.
Felipe cayendo al suelo.
Felipe cerrando los ojos lentamente.
Felipe pensando a penas...No debi haber comprado mas pan, no debi haber comprado pellet...debí haber pensado solo en mi. 

Felipe susurrando
-Al menos por esta noche-.

Quiero dedicar este texto a tantos héroes invisibles que día a día fallecen por razones circunstanciales, por culpa de algun matón, algun conductor borracho, algún drogadicto angustiado, etc. Todos aquellos héroes que, no tienen a nadie, no reciben ningun reconocimiento, ningun pago, y que aun así ayudan a las demás personas, porque sienten que es su deber hacerlo.

Un homenaje (ya que hacer uno en la television por un desconocido, es algo absurdo) por aquella persona que dió su vida por otra persona.

Un homenaje a aquella persona que no es famosa, pero que todos los días ayuda a quien puede.

Un homenaje a los verdaderos superheroes.

Un homenaje a los que no comieron colación, por dársela a otra persona.

Un homenaje a los que encuentran que un TU, es muchísimo mas importante que un YO.