Aquí estoy, despierto otra vez.
Mientras todos duermen, mientras descansan, mientras se desligan de sus cuerpos para sumergirse en ese mundo onírico, permanezco despierto.
No es que no pueda dormir, lo que sucede es que amo el sonido de la profunda noche. Amo sentir en como un segundo, con mi canto, puede romperse todo eso que llamamos silencio (...). Y no es necesario que sean muchos, solo basta conmigo.
Me gusta cantar de noche.
Me gusta hacerlo, me emociona saber como mis notas atraviesan el aire, como se funden con el viento, y como se unen con mis sentidos.
Soy un apasionado, soy un ave, soy un soñador.
Canto solitariamente, así me siento alegre.
Canto solitariamente porque se que mi chica me escucha desde el cielo.
Canto de noche porque también lloro con mi canto.
Canto por ella, porque no tuve la chance de despedirme.
Elevo mis alas y las siento vibrar con esa brisa nocturna, me siento suave ante al viento.
Canto por los soñadores, que se despiertan inesperadamente porque una idea les surgió, porque a alguien quieren llamar, o simplemente porque a esta hora es cuando profundamente comienzan a pensar.
Canto para los soñadores, porque nuestra es la noche.
Canto por ti querida, porque en ti no dejaré de soñar.
Algunos me llaman tonto, otros me llaman mirlo.
McCartney simplemente me llamó Blackbird.
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