domingo, 7 de octubre de 2012

Snake Eater

...y corrimos como nunca habíamos corrido, por esas laderas desconocidas para ellos, y también un poco para mi. No asimilaban el peligro que significaba que un helicóptero nos siguiera así de cerca, por lo tanto no asimilaban lo que las hélices nos podían hacer. 

Corríamos y no sabíamos de qué, huíamos sencillamente porque nos perseguían, ni siquiera eramos lo suficientemente valientes como para enfrentarnos a ellos, más aun, no teníamos el coraje suficiente para empuñar un arma, aunque por ellos, era capaz de dar la vida.

El sendero semi-desértico se nos acababa, y el cansancio ya nos estaba inundando. Pensé rápidamente que era lo que debía hacer para mantenernos con vida, y ninguna idea se me venia a la cabeza. Carlos, mi primo, encontró un lugar donde podíamos escondernos breve mente . Lo seguí sin pensarlo, y nos quedamos ahí por unos instantes. No podíamos quedarnos por mucho.

Miguel, su hermano gemelo, se nos escapó y corrió fuera, le grité con fuerza y estiré mi brazo para poder retenerlo, pero su baja estatura y su agilidad solo lograron que me cayera de bruces al suelo. Ahí fue cuando noté que tenia mi pierna derecha ensangrentada por una bala (quizá cuantas mas tenía incrustadas). No era momento de pensar mucho, Miguel había salido corriendo de una manera inesperada y su vida corría peligro. Me levanté, a lo que Carlos me dijo: Quédate, Miguel sabe lo que hace.-,-No Carlos, lo siento, pero les queda mucho por vivir aún.- Diciendo esto último me levanté a duras penas, caminé hacia el sendero, y una explosión de magnitud enorme me empujó de vuelta al escondite. Mis mente no paraba de pensar, en las posibilidades, en todas las cosas que podrían haber pasado, pero al final, de todas esas cosas, ninguna podía ser buena; y una sola idea me rondaba en la cabeza, Miguel estaba afuera y necesitaba mi ayuda.

Me levanté y Carlos vino conmigo, íbamos saliendo cuando aparece frente a nuestros ojos Miguel, con unas German Stick Grenades, nos sonrió y nos dijo: Me cansé de correr de ese helicóptero.- No me contuve y le di un gran abrazo, luego, Carlos lo miró y le dijo: Que haría sin ti hermano!-.

Me entablillé la pierna, lo suficiente como para poder correr un rato más, y volvimos a salir. Corrimos otro rato, y tomamos unos cuchillos que habían al rededor de una tienda de acampar.

En un hábil movimiento un tipo, ataviado de protectores y cosas para el cuerpo, tomó a Carlos por el cuello, y lo amenazó con su pistola en la cabeza. Apareció otro, que sorpresivamente agarró a Miguel y lo tumbó en el suelo, dejándolo completamente inmovilizado. Sentí una horrible punzada de dolor en mi pierna izquierda, tenía una flecha enterrada (pensé, que clase de personas utiliza flechas en estos tiempos?). La miré, y luego, un impulso nervioso recorrió mis piernas, que en un segundo me tumbó de rodillas. No podía describir el dolor que sentía, junto con pensar en que quizá nunca mas podría volver a caminar, también estaba la idea de que todo había acabado.

Carlos me miró, con los ojos llenos de lágrimas, con cara de resignación, con cara de perdón por no haber hecho mas. Miguel me miró, y en cambio, me miró con cara de tranquilidad -Hicimos lo que pudimos-, me dijo moviendo los labios, luego, un orgullo por nosotros invadió su rostro.

Tenían tan solo 9 años, 9 pequeños años, y ya habían hecho mucho, demasiado para su corta edad, lo que demostraba en ellos su gran corazón.
La tristeza de que el fin llegaba nos invadió a todos, la resignación, y la pena de no haber podido hacer más. El aire se llenó de fortaleza y los tres, esperamos nuestra muerte con el pecho inflado, con la esperanza de que un mejor lugar nos esperaba...



Miré mi reloj, y ví que eran las 6, me levanté y les dije: Tenemos que irnos. Los dos me miraron y me dijeron: Pero Cristiaaan! Estamos super entretenidos!. -Se oscurecerá y tenemos que bajar el San Cristobal de vuelta y luego ir a la casa-. 

Así se nos fue un día de verano, donde decidí llevarlos a jugar un poco con la imaginación. Quedaron mas que felices y satisfechos con el día, y yo, feliz de lo que habíamos hecho.


Carlos Andrés, Miguel Angel, esto es para ustedes. 
Feliz cumpleaños.

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